“En todos los trabajos se fuma”, dice una frase popular, y aunque cada vez seamos más los que no fumamos sí que es verdad que toda labor merece un descanso.
No es este compromiso de escribir semanalmente un trabajo, ni mucho menos. En el caso de este maniguetero tiende más a afición, a distracción que a otra cosa, pues ni cobro por ello ni estoy obligado a hacerlo más allá del compromiso que uno adquiere consigo mismo y con los que semanalmente me mostráis vuestro cariño leyendo mi opinión, pero también merece un descanso.
Llega el verano, las vacaciones, y llega el cierre de ese invento que a mí no me gusta especialmente, que se llama “curso cofrade”, pero que reconozco que viene muy bien para tomar aire fresco y marino, alejarse de la hermandad un poco y ver las cosas con perspectiva, retomando, en el inicio del siguiente, la actividad con ganas y con fuerza.
Es el momento de dejar la manigueta por unas semanas, quitarme la túnica y que descanse guardada en el armario hasta pasado el verano, donde nos volveremos a leer desde este blog que intentamos llenar de cariño, de respeto y de prudencia envolviéndolo en el entretenimiento gratuito y tan sevillano de opinar.
¡Ahí queó, mis valientes!
¡Los cuatro zancos al suelo!
Se acaba otra chicotá
de este fiel maniguetero,
torpecillo juntaletras
que quiere tomar resuello.
Antes que nos demos cuenta
el calor se estará yendo,
habrá pasado el verano
y llegará un curso nuevo,
misa de inauguración,
elecciones del Consejo,
la Virgen de los Dolores
paseando por el Cerro,
mi Pastora de Triana
perfumando el barrio entero,
la Esperanza por las calles
proclamando el jubileo…
Disfruta, amigo cofrade,
es hora que descansemos,
en unas pocas semanas
volveremos a leernos,
te lo dice un buen amigo,
palabra de maniguetero.