“Mira, Pepe, en mis cortas entendederas, los cofrades siempre hemos sido personas que tan solo hemos alzado la voz para hablar de Dios y para defender a la Iglesia y a nuestra religión, todo lo demás lo hemos hecho sin levantar el tono.
Los cofrades trabajamos en la hermandad, y hacemos las cosas en la hermandad. Yo estoy de acuerdo en que estamos en la era de la información y de la tecnología, y que hoy hay medios al alcance de cualquiera para comunicarse de manera fácil y rápida. Indudablemente esas herramientas deben ser usadas por las hermandades, pero para proclamar el Evangelio y llamar al culto y a la formación a sus hermanos y a la sociedad, no para otras cosas. Pienso que, afortunadamente, aunque de manera pausada, nos estamos dando cuenta de esto, fíjate, que me atrevo a decirte que mañana ganará en la Paz el candidato al que no se le ha escuchado fuera de la hermandad, el que no ha tenido ni cuenta de Twitter, ni web, ni entrevistas; visto lo visto últimamente…
Mira, hijo, yo siempre he sido nazareno, y no es que sea mejor que otro, es que es lo que me enseñaron a ser, uno más de una larga fila, que en silencio camina alumbrando al titular de su devoción y diciendo que creemos en Dios y lo manifestamos con nuestra oración y nuestra penitencia, demostración de amor a Jesús y a su Madre. Ojo, esto no quiere decir que el nazareno sea mejor cofrade que el músico, que el costalero o que el miembro de junta, para nada, pero sí te digo que no tengo ni idea de cómo se llama el de la caja de la Banda de las Tres Caídas, el mejor corneta de las Cigarreras, el patero del misterio del Polígono o el contraguía del palio de la Milagrosa. Y mira, Pepe, yo veo videos de Semana Santa en agosto, escucho marchas todo el año en el coche, pero no tengo ni idea de cómo se llaman, quien las compuso y si son nuevas o antiguas (hombre, algunas sí), yo de lo que sí tengo idea es de lo que me transmite fe y fervor, de lo que me lleva a meditar, a pensar en Dios o me invita a rezar en la calle, esa es mi Semana Santa.
Y otra cosa te digo, los cofrades, lo último que hemos intentado siempre es vivir de la hermandad, el que lo ha intentado siempre ha sido mal visto, y muchas de las cosas que pasan hoy día es porque hay mucho listo queriendo sacar un sueldo de nuestras hermandades. Los cofrades estamos para servir, en la medida de cada uno, a la hermandad y a la Iglesia. Tú fíjate en los cofrades que tú consideres como ejemplos a seguir, todos tienen el pan de su familia en otros ámbitos. Indudablemente hay trabajos, oficios y artes que tienen que ser remunerados, pero tú sabes de sobra a lo que me estoy refiriendo…
Pero sabes, Pepe, no pierdo la esperanza de que vuelva a su senda aquello que menos nos gusta de las muchas de las cosas que hoy día pasan en nuestras casas de hermandad y fuera de ellas, porque creo que empieza a cambiar la tendencia y que verdaderamente nos estamos dando cuenta para qué están aquí nuestras hermandades. Lo creo de verdad”.
Vaya lección que me dio usted el lunes, amigo. Me he permitido la licencia de alzar la voz para contarlo. Le pido disculpas.